El dolor es una sensación desagradable desencadenada por el sistema nervioso como reacción o mecanismo de defensa frente a las agresiones que sufre nuestro organismo.
Todos sabemos que el dolor no siempre es el mismo, como tampoco lo es su persistencia e intensidad. Una primera clasificación nos diferencia entre el dolor agudo, como el que tiene su origen en las muelas, o sordo, como el dolor de estómago. También el dolor puede ser intermitente como el que caracteriza a una úlcera de estómago o constante como el oncológico. Y finalmente, dependiendo de su localización, se puede sentir dolor en alguna zona aislada del cuerpo, como la espalda, cabeza, rodillas o pecho, o sentir dolor generalizado, como sucede con las molestias musculares durante los procesos gripales.
Cefaleas y dolor de espalda, cada vez más presentes en nuestras vidas
La cefalea es el término médico con el que se define todo tipo de dolor de cabeza. Todos, con mayor o menor intensidad y periodicidad, hemos padecido sus molestias, incluso se estima que el 90% de los niños también se ve afectado en algún momento. La cefalea es el síntoma más común de multitud de enfermedades, pero también nos acompaña en muchas situaciones de nuestro día a día, sin que esto implique gravedad alguna.
Por su parte, el dolor de espalda también está asociado a la vida diaria de muchas personas, tanto que se acostumbran a su persistencia sin acudir al médico en busca de solución. La lumbalgia es un tipo especial de dolor de espalda, localizado en la parte baja de la misma o en la zona lumbar y está causada por problemas que afectan a las estructuras de la columna vertebral: ligamentos, músculos, vértebras… Su origen hay que buscarlo en una musculatura débil o en tensión, en espasmos o desgarros de los músculos y ligamentos, o en problemas de las articulaciones y vértebras como la artrosis.
Saber tratar el dolor es fundamental para encontrar la solución
La identificación de los síntomas asociados al dolor es la clave para diferenciar, prevenir y tratar el dolor correctamente. Un buen diagnóstico médico, realizado a tiempo, puede contribuir a mejorar nuestra calidad de vida y a desenmascarar posibles alteraciones o patologías en nuestro organismo.
Existen muchas formas de tratar el dolor, y hablando de medicamentos, la forma más habitual es con el uso de analgésicos como el paracetamol o antiinflamatorios como el ibuprofeno. El paracetamol es un fármaco con propiedades analgésicas muy significativas, está presente en una serie de productos contra el resfriado común y la gripe, y también de muchos medicamentos para el dolor leve o moderado. A las dosis habituales es un medicamento seguro y eficaz, que no afecta a la mucosa gástrica, ni a la coagulación sanguínea o los riñones. Se presenta habitualmente en forma de comprimidos, polvos para disolver en agua, solución oral o gotas de administración oral.
Dolor y pacientes con riesgo cardiovascular
Generalmente, los medicamentos que se presentan con formulaciones farmacéuticas efervescentes, tanto si son comprimidos como granulados, suelen incorporar sal (sodio) en su composición. Además, lo hacen en cantidades significativas, lo que puede interferir con el control de nuestra presión arterial. Por ello es preferible para tratar el dolor, optar por comprimidos, soluciones o cápsulas que no sean efervescentes y, siempre, leer el prospecto para corroborar que se trata de un medicamento libre de sodio o al menos con cantidades muy moderadas.
La mayor parte de los medicamentos efervescentes que tomamos frecuentemente, como pueden ser los que tienen acción analgésica, aportan porcentajes notables (e innecesarios) de sodio.
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