Entre el 40 y el 70% de los españoles padece esta afección que obliga a conocerla a fondo y a controlar el tipo de alimentación que seguimos.
En España entre un 20 y un 40% de las personas es intolerante a la lactosa, según un estudio de los Laboratorios SALVAT y la Asociación de Intolerantes a la Lactosa de España (ADILAC). Un dato que hace importante conocer esta afección en el caso de padecerla con o sin nuestro debido conocimiento vía diagnóstico.
Pero, en primer lugar, es esencial saber acerca de las dos partículas que juegan el papel más importante en ello. Por un lado, la propia lactosa, un azúcar o disacárido que está presente en todas las leches de los mamíferos (vaca, cabra, oveja y humana), y que también puede encontrarse en muchos alimentos preparados. Y, por otro lado, la lactasa, una enzima producida en el intestino delgado, que colabora en el desdoblamiento de la lactosa en sus dos azúcares simples (glucosa y galactosa).
Si los niveles de lactasa son bajos en el intestino delgado o la enzima no realiza bien su labor ‘desdobladora’, aparecen dificultades para digerir la lactosa, que pasará al intestino grueso y será descompuesta por las bacterias que allí se encuentran, lo que generará las sustancias de desecho (hidrógeno, anhídrico carbónico, metano y ácidos grasos de cadena corta) que provocan todos los síntomas de la intolerancia: dolores, hinchazón abdominal, diarrea, vómitos, espasmos, etc.
Es importante que la persona que padece este problema conozca el nivel de intolerancia que tiene para saber qué puede comer y qué no. La nutricionista Marisol del Caño destaca entre los permitidos los productos fermentados, aunque si es leve su afección, valora el consumo de queso fresco, yogur o helados, “aunque siempre es preferible sustituirlos por aquellos sin lactosa o lactasa”.
Se trata, además, de un problema que puede ir incrementándose con la edad, por lo que el contacto debe ser continuado con el médico especialista. “Por suerte, cada vez más los supermercados están más sensibilizados y ya especifican mejor el contenido de sus productos en los etiquetados y no por código, que no lo suele entender nadie”, apunta Del Caño.
Visita médica y control de lo que se consume para poder disfrutar de una vida totalmente normal y, sobre todo, saludable.
Imágenes: Liliana Fuchs
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