Aguas termales para una piel saludable y fresca

Las aguas termales son, desde tiempos históricos, beneficiosas para la salud, sobre todo para tener una piel radiante que luzca fresca y natural. De hecho, las civilizaciones antiguas utilizaban los baños termales para curar enfermedades, pero también como sitio de socialización.

Esta agua proviene del interior de la tierra, por lo que se encuentra a una alta temperatura y posee un alto contenido mineral. Por ello, cuenta con unas características tan especiales. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce el uso de estas aguas como terapia médica desde 1986.

Según el dermatólogo Ramón García Ruiz, existen varios tipos de aguas termales que se dividen en sulfurosas (derivadas del azufre), saladas (aguas marinas termales) y “otras” (principalmente, con selenio y magnesio).

En este sentido, valora que las primeras son favorables para trastornos con hiperqueratosis, principalmente, psoriasis y similares. Por su parte, las segundas ayudan a “sellar” la barrera de la piel, por lo que resultan útiles para gente con atopia y otros trastornos relacionados con la pared cutánea. El resto de aguas termales tienen un efecto antiinflamatorio suave, que puede aliviar picores y eccemas, entre otros. 

“Más allá de la piel, el efecto saludable de las aguas termales es escaso o, cuanto menos, puede llegar a ser controvertido. Hay algunos estudios, aunque ciertamente poco sólidos, que vinculan el consumo de agua rica en oligoelementos como mejoría de la dislipemia y la hipertensión”, comenta.

El doctor indica que estas aguas son efectivas durante tres semanas en el ciclo de la parte superficial de la piel. Por tanto, “es razonable suponer que para mantener un beneficio continuado, la frecuencia de baño debería de ser al menos ésta”, apunta. 

Fotos: Arthur Lima y Gerardo Diego Ontiveros

Productos relacionados :