El asunto de los mocos del bebé, se puede convertir en algo tedioso, tanto por el malestar de tu pequeño como por los exigentes cuidados que necesita de tu parte. Aquí os dejamos algunos consejo para saber de que modo eliminarlos.
El comienzo de la maternidad es una gran aventura, llena de alegrías, felicidad y agitación, pero también de ciertas inquietudes, dudas e incertidumbres.
Seguramente todos los cuidados que tu bebé necesita son nuevos para ti, sobre todo si eres madre primeriza. Que te asalten las dudas sobre cómo hacer una cosa u otra, si es lo correcto actuar de cierta manera o no, es lo más natural de la nueva etapa que estás viviendo.
Así que relájate y busca ayuda, infórmate de cualquier cuestión que no tengas clara en tu pediatra o en tu farmacia, por eso desde Redfarma queremos darte unos consejos sobre uno de los temas más comunes en el bebé: sus mocos.
Los bebés, sobre todo en invierno, tienen muchos mocos, esto es debido a que son muy frágiles y cualquier ventisca o corriente de aire les puede constipar. Además esto se agrava por el hecho de que ellos no saben sonarse, y cada vez van acumulando más y más mocos.
Este exceso de mucosidad les puede provocar malestar, ansiedad, dificultar la respiración, y molestias para comer y dormir, por lo que es muy importante que se los elimines constantemente.
Los ambientes húmedos son idóneos para que tu bebé se vaya descongestionando, así que debes contar con algún humidificador para evitar que los sitios donde se encuentra tu pequeño, por ejemplo su habitación, se resequen a causa de calefacciones y aires acondicionados.
A pesar de que, lo más seguro, es que le hagas pasar un mal trago a la hora de quitarle los mocos, es necesario hacerlo, ya que si llega a haber infección puede causar sinusitis y faringitis entre otras enfermedades.
Lo primero que le tienes que hacer a tu hijo es un lavado nasal con agua marina para bebés o con suero fisiológico. La mejor forma de hacerlo es acostando al niño boca arriba y poniéndole la cabecita hacia un lado, después suministrarle el agua o el suero hasta que se humedezcan las fosas nasales.
Una vez humedecida la zona y reblandecido los mocos, hay que extraerle la secreción y puedes optar por distintos procedimientos:
Aspirador nasal ergonómico: Lo que se conoce como la pera, es la forma más común y fácil para proporcionar al bebé alivio y bienestar. Simplemente tienes que introducir la pera en la fosa nasal y los mocos saldrán cuando presiones delicadamente sobre la pera.
Aspirador nasal de cánula: Es un aparato que, una vez se han reblandecido los mocos, se introduce en la nariz de tu pequeño y en el otro extremo se coloca la boca del adulto y se aspira. Toda la mucosidad queda retenida en una cavidad central del tubo.
Basta con unas tres veces al día en función de la cantidad de mocos que tenga tu pequeño. Si los mocos le permiten llevar una vida normal, donde puede comer, respirar y jugar sin ninguna alteración no hace falta preocuparse, al finalizar el día se los extraes y ya está.
Ahora bien, si llega un momento en el que notas que está incómodo, o no puede llevar a cabo ciertas rutinas, tendrás que quitarlos más a menudo. Si esto ocurre, lo mejor es que se los quites en estos dos momentos del día:
Antes de irse a dormir, ya que ellos aún son muy pequeños para respirar de forma autómata por la boca si se están ahogando, así que cuando están durmiendo es mejor que tengan la nariz libre de mocos y que puedan respirar tranquilamente, si no se pasarán toda la noche llorando.
Antes de comer, porque al estar utilizando la boca para comer le producirá sensación de ahogo ya que tendrá los dos conductos respiratorios medio taponados.
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