La sonrisa perfecta es posible si sabes cómo: no te resignes a un tono amarillento y consigue la ayuda necesaria para lucir dentadura reluciente.
Tener unos dientes perfectos es un anhelo tradicional casi inherente a la persona. El blanqueamiento dental definitivo genera una sonrisa radiante y atractiva para el resto, y es un proceso que puede iniciarse desde casa. El oscurecimiento dental es uno de los más fieles reflejos del paso del tiempo, pero seguir una serie de pautas y aprovechar la ayuda de los productos adecuados puede no sólo frenarlo, sino provocar el fenómeno opuesto y dar pie a una blanca dentadura. El blanqueamiento dental de farmacia es posible, pero habrá que mantener en el tiempo una serie de prácticas para que sus efectos sean reales, visibles y, sobre todo, sostenidos.
En primer lugar, conviene saber qué evitar. Tabaco, café o vinos tintos son algunos de los principales enemigos de la claridad dental, pero ni mucho menos los únicos. Lo principal, antes de preocuparse por tener una sonrisa blanca, es tener una boca sana. La higiene es innegociable, así como las visitas periódicas (al menos, anuales) al dentista, que se asegure de que el sarro o la aparición de caries no pongan de su parte para acelerar el temido oscurecimiento y alejar el objetivo.
Más allá de costosos tratamientos clínicos para aclarar el color de los dientes, hay ciertos aspectos a tener en cuenta. La mencionada higiene es imprescindible, para lo que hay un elemento indispensable: el cepillo. No todos los tipos de cepillo son adecuados para todas las bocas, por lo que una consulta al dentista podría alejar dudas y dar en el clavo para optimizar el cepillado. Hay que acertar con el grosor de las cerdas y saber qué bocas pueden y no utilizar el cepillo eléctrico en su día a día. Además, complementos como interdentales o sedas pueden aportar un punto de limpieza extra al cepillado del día a día, que únicamente con el cepillo puede quedarse corto.
Estudios de determinadas marcas del sector aseguran que los dientes representan únicamente el 25% de la boca: cepillarlos está bien, es necesario, pero no basta. Para extender la limpieza al conjunto de la boca, nada como un buen colutorio. Estos enjuagues bucales previenen que bacterias y microorganismos campen a sus anchas por paladar, encías o lengua. Algunos de ellos tienen además funciones específicas y, como no puede ser de otra forma, los hay blanqueantes.
Por supuesto, también entre los dentífricos hay soluciones. Las respuestas farmacéuticas son más fiables, y las pastas de dientes blanqueadoras son sin duda la herramienta básica de todo aquel que aspire a la sonrisa perfecta. La fórmula es sencilla: higiene máxima, productos adecuados, visitas al dentista y tanta paciencia como mesura, pues un abuso de blanqueantes puede ser contraproducente y dejar los dientes translúcidos. Una dentadura reluciente puede ser un mensaje al mundo exterior, un empujón de confianza y la carta de presentación o seña de identidad de quien tenga la suerte de lucirla.
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