La deshidratación en las personas mayores es un hecho más que común. Por ello, con el fin de evitarlo, hay que prestar especial cuidado en la nutrición en la tercera edad.
El riesgo de deshidratación en las personas es un hecho que no siempre está bien cuidado. Más allá de lo que algunos piensan, la deshidratación no ocurre exclusivamente en las épocas estivales ya que sus efectos pueden hacer acto de aparición en las personas en cualquier momento del año.
Si bien, la deshidratación puede afectar indistintamente a todas las personas, hay ciertos grupos que, por sus características intrínsecas, están incluidos dentro de los conocidos grupos de riesgo; siendo uno de ellos el de la tercera edad, concretamente las personas mayores de 65 años.
Según Rosa M. Ortega, experta en el Departamento de Nutrición Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, al llegar a la vejez las personas somos más propensas a sufrir deshidratación debido, mayoritariamente, a cuatro causas:
Estas 4 causas, según comenta Rosa M. Ortega, son las principales razones por las que la deshidratación en la tercera edad es un síntoma más frecuente de lo que parece. Según estudios recientes, se estima que más del 20% de los ancianos que viven en residencias se encuentran deshidratados. Frente a esto hay diversas maneras de proceder, siendo una de las más efectivas en poner especial hincapié en la nutrición en la tercera edad.
Una alimentación saludable y variada, pensada especialmente para personas de la tercera edad, es vital para paliar y superar la deshidratación y los síntomas que ésta provoca en la salud de las personas. Para ello se deberían seguir las siguientes pautas y recomendaciones para la nutrición en la tercera edad.
Es recomendable beber de 1,5 a 2 litros de agua al día, lo que equivaldría a 8 vasos de agua. En muchas ocasiones es difícil conseguir que las personas mayores ingieren dicha cantidad de agua. Para ello, se pueden utilizar productos complementarios que ayuden con su propósito de evitar la deshidratación. Muestra de estos productos podrían ser los zumos que, a la vista y al tacto son más apetecibles. Las sopas y las infusiones también podrían ayudar en esta tarea de hidratación. Eso sí, no todo líquido puede considerarse apto; en el caso del café y el té su ingesta debe ser moderada, dado las efectos secundarios que puede suponer para las personas y, el alcohol, únicamente está permitido en pequeñas cantidades, siempre y cuando no exista una prescripción médica que indique lo contrario. Para ayudar a la ingesta de líquidos, hay que realizar una dieta rica en frutas y verduras ya que muchos de estos alimentos aportan buenas dosis de agua al organismo.
Para conseguir que la ingesta de líquidos sea la adecuada, se pueden seguir estas pautas por parte de los cuidadores y personas a cargo:
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